Señor del sonido, necesitamos más volumen, dijo el cantante Darío García, y tras un breve “hola”, “sí, sí” interpretó Chola cuencana. Fue la primera canción de la noche. Eran las 19:30 del pasado martes y García estaba en el escenario del Teatro Häagen-Dazs Calderón, de Madrid, junto con la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, que ese día inauguraba su gira europea con el concierto Jaramillo Sinfónico, dirigido por el maestro Davit Harutyunyan. Se trataba de la primera de las siete presentaciones que tiene previsto cumplir la institución musical ecuatoriana en ciudades de España e Italia.

Estructurado originalmente solo con las canciones que popularizó Julio Jaramillo, el concierto que la Orquesta tocó en Madrid incluyó otras melodías del Ecuador, como Chulla quiteño; Ambato, tierra de flores, y muchas más que García, el solista invitado de la Sinfónica, cantó en los primeros minutos. Luego convidó a Cristian Jaramillo, el nieto del Ruiseñor de América, para que compartiera el escenario. El joven hizo su debut con Chica linda, una de las canciones más conocidas de su abuelo. Quizá fue la mejor interpretación que realizó durante la noche.

De allí en adelante, García y Jaramillo alternaron las participaciones y en ocasiones hicieron dúos. Cuando llegó el turno de Cigarro en cigarro, la gente del público, en su mayoría ecuatoriana y latinoamericana, la coreó. “Estoy sorprendido, nunca pensé que iban a cantar conmigo”, dijo García. Luego vinieron Fatalidad y Romance de mi destino. Fue cuando desde el público empezaron a oírse los vivas. “Viva Guayaquil”, “viva Ecuador”, gritaba la gente. Los artistas interpretaron Cinco centavitos, Niégalo todo y Sombras.

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García preguntó cuántos de los asistentes al teatro (con capacidad para 900 personas) eran ecuatorianos y como respuesta se vio una mancha de manos alzadas. Cuando quiso saber de qué otras nacionalidades estaban, se escucharon voces que decían “de Colombia”, “Perú”, “Nicaragua”. Había también españoles, como Carla Rincón, de 43 años, esposa del ecuatoriano Javier Cabezas. “He visto cómo la gente se ha emocionado. Conozco la música de Julio Jaramillo por mi marido, sobre todo Cinco centavitos y Nuestro juramento, que son las que más he oído”, refirió. “Con esta música he recordado a mi padre, a mi madre y a mi abuela, que están en el cielo”, dijo Cabezas, quiteño de 45 años que vive en Madrid hace una década.
Una canción que hizo llorar a muchos fue Collar de lágrimas: “Llorando, lejos de mi patria, lejos de mis hijos y de mi amor...”. El intérprete ecuatoriano Jesús Fichamba, quien se encontraba entre el público, no tuvo empacho en confesarlo. “He llorado tres veces hoy oyendo estas canciones. Me siento un emigrante más”, refirió el artista, quien reside en Palma de Mallorca y voló hasta Madrid para escuchar a la Sinfónica y saludar a los músicos.

Jaramillo anunció que iba a interpretar un tema muy representativo de su abuelo y cuando apenas estaba pronunciando el título, la gente estalló en aplausos. Era Nuestro juramento. “Me fascina esa canción. La canté y también muchas otras”, dijo la ambateña Susana Gerrón, de 40 años, quien vive hace catorce en Madrid.

Gerrón asistió al concierto acompañada de su hija Augusta Medina, de 19 años, quien llegó a la capital española hace diez. “Estas canciones las escuché de pequeña en Ecuador, porque a mi abuelita le encantan los temas de Julio Jaramillo y volverlos a oír me hizo recordar mi infancia y todo lo que viví allá”, mencionó la joven, que estudia odontología.

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Hubo gritos y aplausos cuando comenzó a sonar Guayaquil de mis amores. El concierto debía terminar con este tema, pero como el público pedía más, Jaramillo interpretó Guayaquileña y García cerró con Cinco centavitos. Desde las butacas coreaban: “Darío, Darío”. Algunas personas reconocieron al requintista Naldo Campos y gritaban frases como “Naldo, aquí estamos desde Balzar”.

“Me ha gustado el concierto, pero echo de menos una cosa: se ha perdido la orquesta por culpa del volumen, eso hay que regularlo. Se oían el requinto y los solistas, pero la orquesta se perdía. Debió estar más balanceado”, dijo José Ignacio Gavilánez, pianista ecuatoriano residente en Madrid.

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Pedro Valle, otro pianista ecuatoriano que vive en Madrid, opinó: “Hacer sinfónica una música popular le da envergadura. Hubo buenos arreglos y buena orquestación, pero me hubiera gustado también cantantes a esa altura. Cantantes sinfónicos. Con un poco más de escuela, se le hubiera dado más calidad a la música. De todas formas, es un buen espaldarazo para internacionalizar la música de muestro país”.

Por su parte, el actor y director de cine y teatro español Jesús Fernández comentó: “Ha habido mucha comunicación entre los solistas y el público. No ha existido esa pared donde el artista es el artista y el espectador, el espectador. Todo lo contrario. He visto al público tocar palmas, gritar, cantar”. Este realizador es aficionado a la música popular latinoamericana y conoce algunas de las canciones de Julio Jaramillo, en especial Azabache y Cinco centavitos.

MÚSICOS DICEN
MARCELO PEPPER
“Me gustó que viniera bastante gente ecuatoriana y latinoamericana. El concierto sonó bastante bien”.

RODRIGO LEÓN
“Fue bonito lo que el público sentía y expresaba. Fue un regalo que pudimos dar a compatriotas fuera del país. Esto les ha dado fuerza para continuar”.

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