En el escenario, Antonio Canales es fuerza y pasión. Pone su alma y ese flamenco que lleva en la sangre, que aprendió desde chico con las mujeres de su casa y que él convirtió en centro de su vida. El bailaor español está de visita en Ecuador. Llegó para participar en la Misa Flamenca Los gitanos cantan a Dios, con la compañía del maestro Tito Losada. Canto, baile, música, lamento y gozo se juntan en esta obra, que muestra la cultura flamenca, de la que Canales es un representante a través de sus múltiples facetas. A más de bailarín, es escritor, un arte al que llegó leyendo; coreógrafo y actor. Puso en escena La casa de Bernarda Alba y ahora alista Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, ambos de Federico García Lorca. “Desde chiquitín era muy inquieto. Era entre los cinco hermanos (Antonio es el mayor) el más soñador. Comencé a bailar con mi abuela. Yo soy artista un poco por las mujeres de mi casa, en la época del franquismo y la represión. Mi padre me decía: “¿y por qué no haces otra cosa que no sea el baile, que pareces chica?”. Pero a mí se me iban los pies bailando. No tuve que pensarlo. Siempre me ha gustado investigar mucho en el arte. Como centro tengo a la danza, pero como brazos, todo. Y todo lo llevo para ser mejor bailarín”, confiesa este hombre, de 50 años, nacido en Sevilla, que ha recorrido el mundo con su danza.

¿Cómo se autodefiniría a nivel artístico?
Soy un corazón danzante.

Usted dice que llegó al baile por las mujeres de su casa…
Sí, en aquella época las mujeres cantaban haciendo de comer y yo me metía en la cocina y tenía que hacerlo a escondidas de los hombres, porque a ellos no les gustaba que un hombre bailara. Mi abuela le decía a mi madre: “Es que no podemos controlarlo. Vamos a enseñarle”. Yo lo pedía.

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¿Cómo fue su infancia? Era la época del franquismo. ¿Qué recuerdos tiene?
Cuando Franco se murió, yo tenía 14 años. Mis recuerdos son de la última etapa, y ya no era tan duro, se estaban abriendo las puertas a la esperanza y a la libertad. Sí recuerdo que en el colegio salesiano nos hacían cantar el himno y nos inculcaban la patria y todos esos valores patrióticos en los que yo no creo. Yo creo mucho más en las tierras que en las patrias. No me suenan bien las banderas de las patrias. Creo que separan a los mundos.

¿Cuál es la diferencia que usted establece entre tierra y patria?
La tierra es la madre. La patria es una madrastra. La tierra es universal.

¿Cuál es su tierra?
Todos los sitios donde se habla mi idioma me resultan más mi tierra, me resultan más mi gente. Yo me siento más cerca aquí en Latinoamérica, aunque nos separe un océano, que en Italia o en Alemania, que también son europeos, como España.

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Usted comenta que desde joven era aficionado a la lectura, que leía a Márai, a Whitman, a García Márquez, a muchísimos otros autores. Luego usted empezó a escribir literatura. Incluso ganó premio con su novela Sangre de Albero. ¿Aprendió a escribir leyendo?
Sí señora, esa es la palabra. Yo aprendí a escribir leyendo. Ahora tengo que entregar dos novelas y unos cuentos para niños mayores. Después del baile, lo que más me apasiona es la literatura.

¿Y qué significa para usted Federico García Lorca?
Federico es un cordero propiciatorio. Lo mató la mano negra de la represión. Nos cejaron a uno de los ángeles que nos mandó Dios, pero no pudieron cejar su obra. Dejó una obra que perdura. Bailar a Lorca o interpretar a Lorca es interpretar a lo más puro de la esencia española.

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¿Cómo proyecta su futuro? ¿Piensa seguir en los escenarios?
Tengo 50 años y me encuentro bien, pero ahora si hago La Cenicienta ya no interpreto al príncipe, sino al papá. Para cada edad hay un momento. Yo me iré difuminando, al igual que vine, y mi carrera irá tomando tintes de coreógrafo, de docente. Me gusta la enseñanza, y alguna vez haré también un papel de carácter. Así que una retirada total no habrá. ¿Y es que a dónde me voy a retirar? Yo me quiero morir bailando.

Detalles
El espectáculo Misa Flamenca Los gitanos cantan a Dios se presenta hoy, a las 20:30, en el Teatro Sánchez Aguilar (kilómetro 1,5 vía a Samborondón).

El bailaor Antonio Canales interviene en el Padrenuestro y en la despedida.

Las entradas cuestan $ 40, $ 60 y $ 80. Para más información ingresar a la página web teatrosanchezguilar.org.

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