Oculto detrás del estómago, el intestino delgado, el hígado, la vesícula biliar, el bazo y los conductos biliares, el páncreas produce jugos que ayudan en la digestión y elabora hormonas como la insulina y el glucagón, que ayudan a controlar las concentraciones de azúcar en la sangre.

El cáncer de páncreas ocupa el cuarto lugar en el temible ‘top 5’ del cáncer, tanto para hombres como para mujeres. En ellos es ligeramente más frecuente que en ellas, informa la Sociedad Americana Contra el Cáncer (ACS).

Sin, embargo, en Ecuador la tasa de incidencia ha cambiado con los años. Según datos del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC), hasta el 2018, de todos los casos existentes en nuestro país, el 56,5 % corresponde a mujeres y el 43,5 % a hombres.

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¿Quiénes son más propensos? Las personas mayores de 65 años, dice la doctora Irene Alvarado, médico nutricionista. A este grupo se suman quienes sufren inflamación crónica del páncreas, tienen diabetes, antecedentes familiares, son fumadores, consumen alcohol habitualmente o padecen obesidad.

La mejor forma de prevenir el cáncer de páncreas es tener una alimentación balanceada, hacer ejercicio, evitar el consumo de alcohol y tabaco y el exceso de comidas grasas.

Principales síntomas: ictericia, dolor y pérdida de peso

Las etapas tempranas son generalmente asintomáticas y los tumores son detectados demasiado tarde. Cuando hay señales externas, el cáncer suele haberse expandido a otros órganos, y la aplicación de un tratamiento oportuno resulta casi imposible. El énfasis está en la prevención y la detección a tiempo de la agresiva enfermedad, según informe del Instituto Ecuatoriano de Enfermedades Digestivas (Ieced).

La ASC enlista tres principales síntomas del cáncer de páncreas: ictericia (amarillez en la piel, las mucosas y el blanco de los ojos), dolor abdominal y de espalda y pérdida de peso sin motivo aparente. También puede haber materia fecal de color claro, orina oscura, pérdida de apetito y cansancio.

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Afinando el diagnóstico del cáncer de páncreas a través de la tecnología

Los exámenes de laboratorio y de imagen son los únicos métodos para diagnosticar el cáncer de páncreas. A pesar de ello, los resultados de los primeros suelen ser inespecíficos, dejando a los estudios de imágenes como los más confiables. Entre ellos están la ecografía, la tomografía axial computarizada (TAC), la resonancia magnética (RMN), la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) y la ultrasonografía endoscópica (EUS) o ecoendoscopia (considerada por muchos expertos la mejor, porque aplica contraste y elastografía).

De acuerdo con los doctores Lázaro Arango y Patricia Díaz, de la Universidad de Caldas, Colombia, “el EUS ha revolucionado el diagnóstico y el manejo de muchas patologías de la vía digestiva, particularmente la patología pancreática, convirtiéndose en un examen prácticamente imprescindible en el abordaje diagnóstico y terapéutico de un paciente con un problema de páncreas”.

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El Dr. Christoph F. Dietrich, gastroenterólogo del Hospital Caritas Bad Mergentheim (Alemania), logró establecer la alta efectividad y especificidad del EUS aplicado con contraste para diagnosticar la enfermedad pancreática inflamatoria crónica.

El doctor Carlos Robles-Medranda, director del Ieced, concuerda con estas aseveraciones a partir de la experiencia con sus pacientes y del uso de esta tecnología.

Tratando el dolor, buscando la cura para el cáncer pancreático

Existen dos tipos de tratamientos para el cáncer de páncreas: los paliativos y los curativos. Los primeros están enfocados en aspectos como la ictericia, en la que se puede realizar CPRE para desobstruir el conducto biliar, colocando un puente (prótesis o stent) entre la vesícula y el intestino, para que la bilirrubina fluya por su cauce normal.

En quienes esto no es posible, se realiza en tiempo real y de manera menos invasiva el drenaje de la vía biliar mediante la ecoendoscopia (EUS), disminuyendo la posibilidad de sangrado y ofreciendo una mejor calidad de vida.

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Para el dolor crónico que no mejora con tratamiento médico está la neurólisis pancreática o bloqueo del plexo celíaco por ecoendoscopia. Este procedimiento proporciona beneficios al 70-90 % de los pacientes con cáncer de páncreas.

Cuando no se puede aplicar la técnica antes mencionada, se recurre al drenaje biliar percutáneo transhepático (DBPT) o la derivación quirúrgica (DQ).

Finalmente, técnicas de última generación están logrando tratar paliativamente con mayor efectividad, como la radiofrecuencia por vía endoscópica de lesiones pancreáticas avanzadas, únicamente en candidatos a quimioterapia paliativa. Consiste en introducir una aguja que permite aplicar temperaturas de hasta 80 ºC directamente en la zona tumoral. La elevada temperatura desintegra las células cancerígenas y elimina parte del tejido tumoral, evitando así la diseminación acelerada de la enfermedad y aumentando la sobrevida.

La gran ventaja de este procedimiento, dice el gastroenterólogo Juan Manuel Alcívar, es su seguridad, con escasos efectos secundarios. El médico añade que la única opción potencialmente efectiva en tratamientos curativos es la resección quirúrgica, que consiste en extraer la parte afectada del órgano. Otras opciones son la radioterapia, quimioterapia, hormonoterapia y el inmunomodulador IMM-101, en etapa de estudio.

¿Es posible vivir sin este órgano? Al parecer, sí. Se ha estudiado en pacientes de pancreatitis crónica. Para vivir sin dolor, deberán recibir insulina y enzimas pancreáticas para digerir los alimentos.

Endoscopia y colonoscopia, ¿cuándo realizarlas?

La endoscopia alta y la colonoscopia son estudios que se realizan con la sedación del paciente, para no producir molestias durante el procedimiento. Con una cámara se exploran el esófago, estómago y duodeno (endoscopia) o el colon (colonoscopia).

La endoscopia alta debe realizarse en toda persona que tenga 40 o más años, independientemente de si tiene síntomas o no, para descartar cáncer, señala el doctor Miguel Soria Alcívar, gastroenterólogo. Además, está indicada cuando hay síntomas como ardor en la boca del estómago, náuseas, vómitos, dolor abdominal, pérdida de peso, sensación de llenura o reflujo que no mejore con los medicamentos prescritos. También cuando se tienen familiares de primer grado con cáncer de esófago, estómago y duodeno. O si hay dificultad para deglutir los alimentos, vómitos de sangre, heces negras y fétidas, anemia por pérdida de hierro, diarrea crónica o es necesario retirar cuerpos extraños.

La endoscopia alta y la colonoscopia deben realizarse a los pacientes desde los 40 y 45 años, respectivamente; independientemente de que tengan síntomas o no, para descartar cáncer.

Con la endoscopia se pueden diagnosticar enfermedades como gastritis aguda y crónica, esófago de Barrett, esofagitis, hernia hiatal, infección por Helicobacter pylori, úlcera de estómago, metaplasia o displasia gástrica, pólipos y cáncer de esófago, estómago y duodeno.

Doctor Miguel Soria Alcívar, especialista en Gastroenterología y Endoscopia, subespecialista en CPRE.

La colonoscopia está recomendada para toda persona mayor de 45 años, con síntomas o no, para descartar cáncer, y en caso de tener familiares de primer grado con cáncer de colon, síntomas como dolor abdominal, estreñimiento o alteración de la evacuación en pacientes que no mejoran con el tratamiento prescrito, presencia de sangre en las heces y anemia, diarrea crónica, incontinencia fecal.

Con la colonoscopia se pueden diagnosticar pólipos de colon, divertículos, cáncer en estadio temprano, colitis, síndrome de intestino irritable, angiodisplasias, enfermedad inflamatoria intestinal. (I)