Mariasol Pons Cruz es una escritora guayaquileña de la que poco se conoce. No es frecuente verla en coloquios ni en programas literarios, pero tiene una producción que vale considerar. Es autora de dos novelas: La chica, que publicó en 2013, y El libro de Olga, de 2017. Ambas editadas con el sello El Conejo. Está próxima a publicar su tercer libro, hecho con el cual demuestra que sigue firme en su vocación por la escritura.

La primera se desarrolla en Quito y en sus páginas hay un permanente desplazamiento por diversas ciudades del mundo y la selva ecuatoriana y colombiana. La segunda narra la vida de una familia rumana, en la Rumania comunista de Ceausescu".

Nacida en 1979, Mariasol se licenció en Ciencias Sociales y Política en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES). Posteriormente, se graduó en Estudios Internacionales en la Universidad de Buckingham, en Inglaterra. Vivió en Madrid, donde obtuvo una maestría en Comercio Exterior, y luego en Bogotá, donde hizo un posgrado en Gestión y Liderazgo Estratégico en la Universidad de los Andes. Actualmente reside en Guayaquil y es columnista de La República y El Diario.

Ni La chica ni El libro de Olga tienen como escenario Guayaquil. Las ficciones de esta autora exploran otros territorios y están tejidas con el contexto histórico de años recientes, con sucesos que han generado hondas repercusiones sociales o políticas. La primera se desarrolla en Quito y en sus páginas hay un permanente desplazamiento por diversas ciudades del mundo y la selva ecuatoriana y colombiana. La protagonista es Gabriela, una joven de clase alta, quien por amor se ve involucrada con la guerrilla y el narcotráfico. La segunda narra la vida de una familia rumana, en la Rumania comunista de Ceausescu. El personaje central es Olga, a quien el lector acompaña desde su nacimiento hasta su madurez. Es una obra que habla de la represión, de la falta de libertad, pero también de la capacidad del ser humano para sortear dificultades y, pese a todo, continuar la vida.

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La chica está marcada por un tono de violencia, por acciones rápidas y vidas al filo de la ley. El libro de Olga, en cambio, tiene un tono íntimo. Más pausado y reflexivo quizá. (O)