Un defensor de la teoría del color y la psicología humana fue el escritor y naturalista alemán Goethe, quien publicó su tratado sobre el tema en 1810. Para él, el amarillo era el color más noble y cercano a la luz.

Las opiniones expertas sobre esta teoría estuvieron divididas al tiempo de su publicación, y más recientemente, la socióloga Eva Heller, también alemana, hizo referencia a Goethe en su libro Psicología del color: cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón (2004). Armada con encuestas, afirmó que los colores y las emociones no se asocian de forma accidental ni por gusto personal, sino que son producto de “experiencias universales profundamente enraizadas desde la infancia en nuestro lenguaje y nuestro pensamiento”.

En su clasificación, Heller nos da una pista del por qué el mensaje doblemente reforzado del amarillo y el gris para 2021. Ella explica que los ‘colores contrarios’ son aquellos de efecto psicológicamente opuesto, cuya combinación produce un efecto contradictorio llamativo. Una de esas combinaciones, escribió, es la del gris y el amarillo (apagado y brillante).

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¿Por cierto, por qué no el amarillo y el negro? Porque si un color se combina con el negro, dice Heller, su significado positivo se convierte en el contrario. El amor es rojo, pero acompañado de negro, es odio. El amarillo es alegre, pero combinado con negro, puede ser señal de precaución, como la cinta amarilla que marca la escena de un crimen. (Eso tampoco es coincidencia: el texto negro sobre fondo amarillo resulta ser el que mejor se lee de lejos).

Según las encuestas que Heller realizó durante su investigación, el amarillo es más preferido por los mayores que por los jóvenes (estos aman el negro porque lo asocian a la moda), pero es un desafío para los diseñadores, porque aunque es el símbolo de la alegría, el optimismo y la diversión, se enturbia fácilmente dependiendo de los colores que lo acompañan. Apenas una pizca de verde lo vuelve azufre: la falsedad, el enojo, la envidia, los celos, la enfermedad, la avaricia. Para que resulte amable, sugiere Heller, debe ir con el rojo y el naranja.

Colores fríos y cálidos, la importancia de combinarlos

Alexandra Sánchez, máster en intervención psicológica, cree que gracias al trabajo de Goethe y de Heller se cuenta con este tipo de información, porque la psicología convencional no considera los colores como herramienta para la psicoterapia. Queda, entonces, como opción para terapias alternativas, como la cromoterapia (a menudo sujeta a controversia).

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“En la bioenergética, por ejemplo, el amarillo coincide con el tercer chakra, que está en el plexo solar. Es un color cálido y estimulante, conectado con la autoestima”, señala Sánchez. Pero el amarillo luminoso para 2021 es un color para combinarse, no para ir solo, pues una habitación enteramente dedicada a este color podría ser sobreestimulante.

La manera en que reaccionamos a los colores está sujeta siempre a factores personales, culturales y situacionales”, dice Sánchez. Para unos el gris es tristeza, para otros es elegancia. Al ser el gris el otro escogido para 2021, Sánchez lo ve como una propuesta de equilibrio y adaptación. “Lo puedes ver como una oportunidad para flexibilidad y crecimiento o como una etapa oscura en tu vida”. El gris clásico, a veces metalizado, es el color básico de la tecnología de nuestros días, sobria, fría, pero siempre cambiante.

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La manera en que reaccionamos a los colores está sujeta siempre a factores personales, culturales y situacionales.

Colores, significados y experiencias

Las asociaciones que damos a los colores no son arbitrarias, sino sumamente complejas, hechas de acuerdo con experiencias importantes o relevantes. Las experiencias nos llevan a revestir una situación, persona, lugar u objeto (o un color) de lo que en psicología se llama energía psíquica. “Las narrativas que acompañan a estos elementos son las que determinan la riqueza de la asociación”, expresa el psicólogo clínico Francisco Martínez Zea. En adelante, esa persona, ese lugar (o ese color) nos remitirán a un instante en especial, a una narrativa.

Pero no solo estamos hechos de experiencias y recuerdos personales. También estamos rodeados de asociaciones generalizadas, colectivas, cuya carga emocional puede ser creada y continuamente estimulada. El amarillo en la bandera nacional resuena en la memoria de cierta generación como “la riqueza de nuestro suelo”. Y en la mayor parte de la población, a los triunfos de cierto equipo de fútbol. “La carga emocional que se le pone a un objeto, ser o color, es sustancial”.

Quienes diseñan los locales de comida rápida lo saben: eligen colores estridentes, que causen ruido visual, para evitar que la gente se sienta demasiado a gusto; la idea es que coma y se vaya, y deje lugar para nuevos clientes. Como dice Martínez: “Hay toda una psicología en torno a la comodidad o la incomodidad”.

El año que quedó como un gris solitario

Los colores elegidos por el instituto estadounidense Pantone están enfocados, en efecto, a los llamados al consumidor que harán las grandes industrias, como la moda y la cosmética. El diseño lo toma como referencia, pero sigue su propia intuición, indica Christian Cedeño, diseñador.

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“El amarillo tiene muchas asociaciones, es un color vibrante, alegre, que en muchas culturas se relaciona con la vida, el sol, las emociones fuertes", es su lectura. “Están tratando de generar esperanza en un año en el que se la necesita”. Unido al gris, un color neutral y fuerte, se comunica la seguridad de que hay esperanza para el nuevo año. Mientras que 2020 habría sido para muchos lo que Cedeño ilustra como “un gris solitario”.

En el arte, el significado de los elementos, incluidos los colores, siempre está variando, dependiendo del contexto. “En la Edad Media, el amarillo podía estar asociado con el papa, pero en el Renacimiento se lo relacionaba con Judas Iscariote”. En diseño, el uso es más calculado, menos relativo. Así, el amarillo es el favorito de empresas y productos de consumo masivo y de alimentos, por su pronta sugestión de energía y riqueza.

Desde el punto de vista de la psicología del color, ninguna tonalidad se queda atada a una situación o una marca o a la imposición de un significado, sino que retiene sus significados universales y particulares.

Una selección de colores y emociones

Todos somos sensibles frente a los colores, o al menos les atribuimos cierta influencia en nuestras emociones y estados de ánimo. La cultura y las industrias lo saben y lo usan para representar estados emocionales y rasgos personales.

Esta tal vez sea, dice la psicóloga clínica Glenda Pinto Guevara, el área en la que más se aplica la psicología del color. Creemos que nuestras decisiones de compra son racionales cuando, en muchas ocasiones, nuestras emociones deciden por nosotros.

Amarillo y gris reflejarían la incertidumbre humana frente al futuro, con la posibilidad de recuperarnos y enfrentarnos al reto de co-crear la realidad.

La psicología del color analiza cómo percibimos y nos comportamos ante los distintos colores, y las emociones que nos suscitan. Los colores varían de significado de cultura a cultura y de individuo a individuo. Sin embargo, hay ciertos criterios bastante generales que forman parte de las estrategias de marketing.

No es coincidencia, según indica Pinto, que los colores elegidos en 2021 para las campañas publicitarias sean amarillo y gris. Lo que se entiende es la necesidad de enfocarse a recuperarnos de la crisis. En 2021, el amarillo cobraría un nuevo simbolismo, “el anhelo de la mayoría por recuperar la visión de esperanza, de salir de la confusión y de la incertidumbre que el año 2020 ha dejado en todo el mundo, con la crisis del COVID-19”.

¿Y entonces por qué acompañarlo de gris, un color ubicado dentro de la polaridad negativa? Precisamente por su neutralidad, porque es intermedio. “La propuesta del gris sería un llamado a deponer las actitudes hostiles, una invitación a la reflexión, la oportunidad de establecernos dentro de una nueva normalidad, una nueva forma de vida, un lugar donde cabemos todos”, dice la psicóloga, “la oportunidad de habitar o de transitar por un lugar de neutralidad y de paz”.

La dualidad no es al azar. Amarillo y gris reflejarían la incertidumbre humana frente al futuro, con la posibilidad de recuperarnos y enfrentarnos al reto de co-crear la realidad.

“Estamos aprendiendo que nuestro estilo de vida anterior ha caducado”, resume Pinto, “y ahora solo podríamos salir adelante cuidando de nosotros mismos y de los demás. Sin empatía y solidaridad (¿tal vez la mezcla a la que apunta la elección de estos dos colores?) no hay civilización”. (I)