Por Gustavo Costa von Buchwald, especial para La Revista

Cualquier persona pensaría que la etnia de los huancavilcas está desaparecida o extinta. Pero no es tan así. En el pueblo de Olón, ahora de la provincia de Santa Elena, allá por los comienzos de los años 70 del siglo anterior, yo pasaba muchas temporadas escolares en ese pueblito pintoresco, remoto y aislado de la modernidad.

En Olón, los asentamientos prehispánicos son innumerables, desde la cultura Valdivia (4400 a. C. - 1450 a. C.) hasta la cultura Manteño-Huancavilca (500 d. C. - 1532 d. C.). Aun hoy en día se pueden recoger tiestos de cerámica, concha y hueso en las calles, porque el pueblo moderno está sobre un camposanto ancestral. El arqueólogo alemán H. D. Disselhoff lo dice: “Durante los últimos meses de 1938, yo descubrí un antiguo cementerio emplazado en una de las zonas de mi excavación, en medio de una calle del poblado de Olón”.

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Penosamente, los diarios de excavación de H. D. Disselhoff se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial. El arqueólogo inglés Bushnell y Emilio Estrada también estudiaron el sitio de Olón. Estrada excavó la antigua iglesia frente al parque, zona principal de la comuna. De tales estudios se pueden sacar conclusiones de cómo vivían estas personas y cuáles eran sus costumbres.

Para Jacinto Jijón y Caamaño, “el territorio huancavilca principiaba en Colonche y toda la sección seca de la provincia de Guayas y las orillas del golfo de Guayaquil. No vivían de la agricultura, eran pescadores y comerciantes”. Yo también conocí esta forma de vida de los habitantes del pueblo de Olón, pocos vivían de la agricultura, más bien de la caza (guanta, pato, venado) y recolección de frutas (papaya) y vegetales (yuca) de los bosques de sus alrededores. Las casas eran de madera y techo de paja toquilla, igual a las observadas a inicios del siglo anterior.

Relación amazónica

Ha habido muchos pueblos que han pasado por la Costa ecuatoriana en diferentes épocas y circunstancias. En la actualidad se considera que estos antiguos asentamientos costeños tenían más relaciones e influencias culturales de los pueblos de la Amazonía que de la Sierra. El antropólogo Wendell Bennett, uno de los primeros en estudiar estas relaciones, nos dice así: “Las llanuras costeras del Ecuador, los grupos indígenas que ocuparon esta región, se asignan al patrón amazónico más que al andino”.

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Para el último periodo cronológico prehistórico denominado de Integración, que termina con la llegada de los españoles, la Costa ecuatoriana tiene dos grandes poblaciones divididas en los manteños del norte y los manteños del sur o huancavilcas, según Emilio Estrada.

Estos pueblos buscaban un buen puerto, pero el levantamiento de nuestra Costa en los últimos 1.000 años ha hecho desaparecer muchas bahías o entradas de agua, fomentando el crecimiento de manglares, razón por la cual muchos sitios huancavilcas se encuentran más tierra adentro o han desaparecido en conchales. Por ello, en la playa próxima al Barceló Salinas todavía se encuentran fragmentos de cerámica huancavilca, con restos de concha y de manglares.

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Eran gente de rasgos bien dispuestos, estatura menor y limpia. Las crónicas españolas del siglo XVI hablan de que eran caníbales. Sus asentamientos eran Yagual, Colonche, Chinduy, Chongón, Daule, Chonoma, Colonchillo, Guayaquil, Yaguachi, Racual, Guaya, Cachao, Veindall, Uchicacao, Chadai, Chandui, Tantomo, Mopenitos, Payo, Belin y Guare, según los nombres autóctonos.

Regalo ancestral

Regresando a mis vivencias en el pueblo de Olón, me permito escribir unas líneas que detallan una pieza prehispánica manteño-huancavilca que tiene una historia de vida, porque la recibí cuando yo era adolescente de parte de una habitante del pueblo de Olón, la señora Fanny Tomalá de Gavino. Al dármela, me dijo: “Se la dejo a usted, Gustavito, porque sé que usted la va a cuidar, ha estado en mi familia por generaciones”.

Esa pieza fue una de mis inspiraciones para convertirme en arqueólogo e historiador, ya que tiene valor museístico por su rareza iconográfica y morfológica. Uno de mis logros personales es haberla preservado después de tantos años, sigue en mis manos igual al primer día que la recibí.

Sus características morfológicas e iconográficas son las siguientes. Origen: posiblemente Puerto Cayo-Olón. Tamaño 24 cm de alto x 12 cm de ancho. Cerámica gris pulida. Personaje autóctono de la Costa ecuatoriana, sexo masculino, postura parada, desnudo, con pene y testículos. El borde de tipo globular representa el tocado del personaje, posiblemente gorro de paja toquilla, con decoración, un aplique a cada lado. Exhibe la cara típica de la cultura Manteño-Huancavilca, con nariz “tipo aguileña”, perforada para uso de nariguera. Las orejas tienen dos perforaciones para adornos. Los brazos están separados del cuerpo y flexionados hacia atrás de la cintura en disposición de mando o autoridad.

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La pieza fue modelada de un rollo de cerámica y después pulida; la cara fue moldeada. La vasija, que está fuera de contexto, podría ser cerámica funeraria de acompañamiento.

Esa pieza de los manteño-huancavilcas parecería hablarnos desde el pasado. Quizás diga que lo más justo es recordarlos. (I)