Por Inés Zavala Alarcón

El tema relacionado al COVID 19 es uno de los más afectados en cuanto a la desinformación; desde un virus creado por humanos hasta teorías de conspiración de la vacuna son las afirmaciones falsas de la pandemia.

El mundo lucha por la emergencia sanitaria causada por el COVID- 19, la propagación del virus, la gravedad de la enfermedad, la severidad, la rapidez de diseminación y contagio; y también por otro tipo de pandemia: la “desinformación”, tan dañina como el propio virus. La difusión de la desinformación o información errónea por internet sigue siendo un gran problema que enfrenta la salud pública.

La “desinformación” en torno al COVID-19 ha causado un gran daño a la población global, que se ha visto afectada y ha sufrido esta emergencia sanitaria como la peor pandemia registrada. Se trata de un virus que ha registrado un número muy alto de contagios a nivel mundial: más de 82,4 millones de personas a diciembre del 2020.

La desinformación ha sido tan variada: primero, que se trataba de un virus chino; luego, que se trataba de un virus creado en el laboratorio, además de los usos de terapéuticas y de tratamientos tan variados, no probados, sin sustento ni soporte científico, llevando a las personas a minimizar la gravedad de la enfermedad y a difundir tratamientos no probados, a no confiar ni creer en la ciencia ni en los científicos, a ignorar los consejos de salud publica, por tanto a no seguir las medidas preventivas y recomendaciones de los expertos.

Esto ocurre a pesar del gran avance científico y tecnológico, a la rapidez en el diagnóstico, en la identificación y aislamiento del virus, a la creación de pruebas de aislamiento efectivas, tratamiento con anticuerpos monoclonales, antivirales, entre otros, y la meta de los científicos de encontrar el método para la producción de la vacuna de la forma más rápida y eficaz.

Pero, lamentablemente, a pesar del esfuerzo de la ciencia, aparecen “informaciones erróneas” sobre las vacunas contra el COVID-19, desinformación que genera creencias falsas por parte de grupos antivacunas, que se propagan tan rápidamente buscando manipular y engañar a la población con teorías falsas de conspiración sobre las vacunas contra el COVID-19. Desinformación que se expande tan rápidamente, constituyendo una gran amenaza para la salud publica global.

Por lo que cabe recordar que las vacunas han salvado a millones en la población mundial, como revela la historia de la medicina y de la humanidad, de enfermedades tales como: polio, difteria, tétanos, rubeola, sarampión, varicela, neumocócica, influenza H1N1, entre otras. Son indiscutibles los beneficios que la vacunación representa en la salud pública; no solo ha salvado vidas, sino también ha reducido secuelas físicas de muchas enfermedades. La lista de enfermedades graves que se han erradicado o cuyas cifras se han reducido dramáticamente por la vacunación, sigue en aumentando, desde las paperas, hasta el sarampión, la rubeola y el tétano.

La viruela se declaró erradicada en el mundo en 1977, la poliomielitis se declaró oficialmente eliminada en 1991 y en el 2000 ya no se reportó ningún caso.

Todas las vacunas tienen el objetivo de entrenar al sistema inmunológico para que reconozca al virus aplicado, elevar sus defensas preventivas, con el fin de neutralizar al virus real y así evitar el contagio.

Las vacunas contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech y Moderna emplean una tecnología inédita en la generación de vacunas, que consiste en tomar una pequeña pieza del material genético llamado ARN mensajero y por medio de esta técnica se inyecta en el cuerpo hebras de instrucciones genéticas llamadas ARN mensajero, es decir la molécula que es la que le dice las a células qué hacer, y cada célula es una mini fabrica de proteínas.

Así, el ARN mensajero de la vacuna se inserta en el cuerpo y toma el control de esta maquinaria para fabricar un antígeno específico del coronavirus que está en la superficie, permitiéndole adherirse a las células humanas. Es detectado por el sistema Inmunológico que producirá como respuesta anticuerpos. Una vez inyectado el material genético se empezará a producir las proteínas del virus.

Con este método no hay que utilizar o cultivar al patógeno en el laboratorio porque es el organismo el que hace la tarea. En cuanto a la proteína del coronavirus, no se va a producir todo el tiempo, se “detendrá”, porque como cualquier vacuna el sistema inmunológico destruirá las células que producen la proteína viral, el proceso por lo tanto terminará por sí solo.

También hay vacunas contra el coronavirus que utilizan el método convencional, elaboradas a partir del virus vivo inactivado, modificado o atenuado. (AstraZeneca, Universidad de Oxford)

La enfermedad que causa el virus de COVID -19 es una infección más que la historia de la humanidad ha tenido que sufrir, convirtiéndose en una pandemia que ha causado mucho dolor, muertes, discapacidad físicas, sicológicas, consecuencias económicas s y sociales, sin precedente en la historia de la vida humana, que se reflejan en el número de contagios (>82,4 millones/mundial) y de muertes registradas >a 17 millones/personas/mundial, a diciembre/20. (Ref. Universidad Johns Hopkins)

Vacunarse es un acto de “responsabilidad y de solidaridad” frente a la humanidad, protegiéndose en forma individual no solo proteges a tu familia, amigos, vecinos y a la comunidad, sino a toda la humanidad. Solo con la vacunación masiva se puede llegar a erradicar las enfermedades infectocontagiosas, la vacuna contra el COVID 19 es la mejor arma para vencer al virus y erradicar finalmente al COVID-19. La meta es lograr una vacunación masiva de más del 60 % de la población para alcanzar una protección eficaz contra el virus.

“Las vacunas están basadas en la totalidad de la evidencia científica disponible y los beneficios de la vacuna son mayores que los riesgos que la enfermedad produce a la población”.

*Pediatra - Cuidados Intensivos Pediátricos