Quienes sufren el calvario de contrarrestar una enfermedad catastrófica como el cáncer son dignas de admiración y solidaridad, más aún cuando al paso de los años y al tratamiento adecuado creían que su mal fue superado y este vuelve a reaparecer con mayor agresividad convirtiéndose en metástasis.
Quienes tienen las posibilidades económicas o la solidaridad familiar pueden costearse el tratamiento con la esperanza de superar dicho terrible mal. Sin embargo, la mayoría, como son los afiliados al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, IESS, son derivados a Solca (Sociedad de Lucha Contra el Cáncer) para recibir el tratamiento adecuado.
Los dos últimos Gobiernos, como es de información nacional, no han cancelado todas las deudas que Solca ha asumido por la atención prestada a los afiliados al IESS,
de ahí que se hace imposible que pueda adquirir los medicamentos necesarios para los requerimientos ciudadanos. Mi esposa es una de las pacientes que no se puede atender en la sala de quimioterapia por falta de ampollas Fulvestrant250MG/5ML, de alto costo. Ha regresado al hogar con preocupación, pues la enfermedad avanza y podría ser fatal si no es tratada a tiempo. Dicha medicación no existe en farmacia, hay que esperar que el Gobierno actualice su deuda con la institución para adquirirla entre varios insumos médicos que deben unirse para completar la dosis de la quimioterapia.
Prácticamente estamos en manos del Todopoderoso, confiando en la misericordia divina, ya que como jubilados del IESS no contamos con una pensión adecuada para adquirir en otras farmacias el insumo que tiene un alto costo.
No hay que olvidarse de la pandemia del COVID-19 que también afecta a los humanos con enfermedades catastróficas. (O)
José Francisco Medina Manrique, licenciado en Comunicación, Guayaquil