Regresar a nuestro querido país Ecuador, aunque sea por una corta estancia, nos brinda la oportunidad de reconectarnos con nuestro pasado y también escuchar más de cerca el ruido de la ciudad que nos vio crecer.
A primera vista me impresionaron varios cambios. Tal vez se trate de que ahora con 60 años a cuestas analizo más detalladamente las cosas. Algo que no hace 10 años atrás. En sí no son los detalles los que llamaron mi atención, mas sí el tono de voz y la expresión en la cara de la gente al relatar sus anécdotas y experiencias. Algunas alentadoras, muchas otras llenas de dolor e impotencia al no saber cómo reaccionar ni a quién acudir en tiempos de pandemia. El relato que más caló en mí es el de un profesional de la medicina, amigo y familiar; su experiencia con el COVID-19. Él manifiesta que el estar literalmente “desconectado” de la vida por un largo periodo hizo que hoy aprecie más los pequeños detalles y que viva en total paz con todo su entorno. El COVID-19 es el tema de mayor interés. También se habla sobre los candidatos a la presidencia de Ecuador y sobre los resultados de las elecciones en los Estados Unidos.
La rapidez de propagación del virus hizo que el ritmo de vida en las grandes urbes disminuya. Guayaquil no podía ser la excepción. El ambiente es tenso incluso dentro del seno familiar, se percibe el temor al contagio. Sin embargo, en mercados, zonas urbanas y áreas periféricas, se puede notar que al miedo lo vencen la necesidad... Mi recomendación es abstenerse de viajar por lo menos hasta que algún tipo de inmunización (vacuna) esté disponible en el mercado, otra alternativa sería contratar una póliza que cubra gastos de hospitalización y exámenes de laboratorio mientras dure su estancia en el extranjero; hay que agregar que para preservar nuestra salud y la salud de nuestros seres queridos, a nuestro arribo al país tenemos que aislarnos y no vamos a poder abrazar ni compartir con familiares y amigos. (O)
Pedro Lozada Bravo, avenida Samborondón