Encontrarse con personas que han decidido alimentarse exclusivamente con productos orgánicos, o que sus dietas son vegetarianas o veganas, ya no es poco común. Conversaba hace unas semanas con un emprendedor que le va muy bien elaborando entre otras cosas quesos sin ingredientes provenientes de la vaca y además dicta talleres para ese creciente número de fanáticos que buscan cocinar con recetas sin elementos animales.  

Por supuesto que para mí estas tendencias de alimentación más saludable son algo lejanas y no han estado hasta ahora en el radar de mi paladar. Al sentarme a comer siempre he esperado que el plato me sorprenda y que la mezcla de ingredientes me entregue una fiesta de sabores sin poner mayor importancia de donde vienen sus componentes.

Curioso por saber hasta dónde pueden llegar estas elaboraciones orgánicas, vegetarianas o veganas visité Runakay, un restaurante y mercado de productos saludables que se encuentra en el último piso del centro comercial Alhambra y atiende todos los días desde las 9 de la mañana.

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No era la primera vez que pasaba por el lugar, pero siempre pensé que se trataba solo de un minisupermercado, porque desde afuera se ven perchas con productos, congeladores y vegetales, nunca me imaginé que en su interior encontraría un cómodo restaurante con jardines verticales, una acogedora decoración, un agradable ambiente y una excelente atención.

Tienen un menú bien completo, se puede desayunar, pasar por un snack o sentarse a comer con todas las de ley, hasta con vino orgánico. Empecé con dos entradas, un muy rico portobello vegano, gratinado con queso mozzarella (elaborado sin leche de vaca) que viene relleno de una salsa a base de nuez de la india y un espeso pomodoro que no invadía con el sabor del tomate, sino que dejaba al hongo ser el protagonista. 

Luego unas bien logradas tapas de espinaca y alcachofas en una mezcla de tres quesos. En esta entrada presentan dos rodajas tostadas de pan de masa madre con frutos secos, que cubren con la mezcla de los vegetales y los quesos fundidos, en donde el sabor que predomina es de la alcachofa que se acompaña con la textura del pan crujiente.

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De platos principales, la pasta andina de quinua con espárragos, champiñones salteados y queso parmesano, aderezada con un ligero toque de aceite de oliva estuvo excelente. Había probado antes ese tipo de pasta, pero ninguna con la textura y sabor de esta, además sus vegetales cocinados en el punto exacto, para que al morderlos tengan la resistencia justa y la frescura necesaria para estar presentes en cada bocado.

La lasaña elaborada con boloñesa de champiñones, capas de zucchini y mozzarella vegano me sorprendieron. Los pequeños trozos de hongos mezclados con el tomate, en la proporción correcta para hacer una consistente salsa, me hicieron olvidar de la carne y disfrutar de un gran momento.

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Para finalizar, el postre endulzado con miel de agave, un crumble de pie de pera,  totalmente vegano, que acompañé con dos bolas de helado con tan solo 1% de proteína de leche, una de manjar y otra de asaí. La cuenta para dos personas incluidos impuestos y propina fue $ 45.

En Runakay la comida estuvo deliciosa, fue una experiencia muy agradable, que repetiré sin dudarlo porque el nivel de creatividad al momento de armar las recetas y presentar los platos me ha encantado. (O)