El poder es relativo y versátil, su comprensión nos coloca en la observancia de organizaciones sociales en un territorio. Recordemos que nuestra historia nace por el enfrentamiento de dos autoconciencias y sus ambiciones de poder con el deseo de someter; entonces la cuestión es quién vencerá, triunfa aquel que está dispuesto a perder su vida sobre su libertad.
Puede este primer momento sugerir la creación de penas privativas de libertad, es una forma de castigar al individuo que no acató su sometimiento al poderío del vencedor. No obstante, no resulta correcta justificación la privación de libertad a un ser humano por desobedecimiento a la ley del más fuerte, por ende se crea la tesis de la rehabilitación social para que su conducta se adapte a lo que se denomina ‘normal’. El vencedor decide crear un lugar, cárcel o calabozo, para colocar a aquellos ‘anormales’. La mayoría con afinidad al acreedor del poder, por intereses subjetivos brinda el carácter de legítimo, al encarcelamiento, manifestando que es justo y necesario para la sociedad y para los reos porque así podrán reflexionar y en el futuro reinsertarse a la comunidad. La ironía radica en dicho lugar, en aquel reclutamiento se pasa a pertenecer al olvido y a la discriminación que se obtienen de un poder punitivo y de la privación de la libertad. Nace así el micro Estado sin garantías jurídicas donde prima la ley de supervivencia, conformado por los juzgados con el mínimo debido proceso. Finalmente la rehabilitación social se convierte en un idilio y fantasía. (O)
Daniel Fernando Mejía Terán, 19 años, estudiante de Jurisprudencia, Quito