La semana pasada, sobre la crisis venezolana, hubo, en América, dos conferencias: la una, en Canadá, a la que asistieron los catorce países americanos del Grupo de Lima, que actúan en coordinación con los Estados Unidos, que reconocen a Guaidó como presidente encargado que debe convocar a elecciones presidenciales; la otra en Uruguay, convocada por este país, y a la que asistieron cuatro países americanos, más el anfitrión; dos de ellos, México y Bolivia, continuaron reconociendo a Maduro como presidente, y Ecuador y Costa Rica, a Guaidó; Uruguay, dueño de casa, aceptó, finalmente, a regañadientes, una declaración de la conferencia con un vago llamado a que tengan lugar elecciones presidenciales para solucionar la crisis, aunque sigue desconociendo e, inclusive, su canciller, atacando a Guaidó. Creo que el canciller ecuatoriano malgastó su tiempo asistiendo a esta conferencia y el Ecuador debería incorporarse al Grupo de Lima para que haya acciones que produzcan resultados efectivos y Maduro abandone el poder. Conferencias como la de Uruguay solamente pretendían dar oxígeno a Maduro, y no lo consiguieron. A esta fracasada conferencia asistió la representante diplomática de la Unión Europea, quien tuvo que contentarse con suscribir esa declaración vaga, anodina. Así, el anfitrión, Uruguay, dio un paso en falso, otro, Ecuador y Costa Rica, y otro más, la Unión Europea, que habrá esperado participar en algo más productivo. Europa, un tanto alejada de la política americana, sin embargo puede hacer mucho, como lo ha hecho, al reconocer la mayor parte de sus miembros a Guaidó, y puede hacer más, contribuyendo a estrechar el cerco económico a la Venezuela de Maduro.

El Ecuador mantiene importantes materias económicas pendientes con Venezuela. Si ha optado por reconocer a Guaidó, será con él que tendrá que solucionar problemas como el de su sociedad en la refinería del Pacífico, que no se arreglarán con pasos en falso, con infantiles medidas como la de cambiar de nombre al proyecto, o construirlo unos kilómetros más allá.

“Ni mediación ni diálogo” fue la firme actitud que le expresó al Vaticano la delegación del presidente interino, y le pidió apoyo para la celebración urgente de elecciones libres. Con esto cerró el paso a una mediación sugerida por el papa atendiendo una carta de Maduro en ese sentido, y la cerraron a cualquier otra iniciativa parecida. El Ecuador no puede seguir actuando en solitario, es más conveniente enfrentar en conjunto con el Grupo de Lima asuntos, desde los más nimios, como puede ser el de los locales de las embajadas de Maduro, y otros, de gran trascendencia, como el de oponerse a una intervención militar de los Estados Unidos, que puede acarrear nefastas consecuencias para la región. Ya hemos visto lo ocurrido en Vietnam, Irak y otros lugares. El propio Guaidó comete el error de decir –al igual que el Gobierno americano– que no descarta una intervención militar. Las guerras, la violencia, la sangre, muchas veces son consecuencia del lenguaje guerrerista empleado inicialmente. El Grupo de Lima ha rechazado una intervención militar. Ha recibido como miembro al gobierno interino. Aquí, también, está el camino de Ecuador.

(O)

Creo que el canciller ecuatoriano malgastó su tiempo asistiendo a esta conferencia y el Ecuador debería incorporarse al Grupo de Lima para que haya acciones que produzcan resultados efectivos y Maduro abandone el poder.