El pasado lunes, 25 de febrero de 2019, tuvo lugar, en Bogotá, una trascendental reunión de cancilleres del Grupo de Lima para adoptar medidas en contra del gobierno usurpador de Maduro y apoyar al presidente interino Guaidó; concurrieron, también, los presidentes Duque y Guaidó y el vicepresidente Pence; nuevamente constatamos la renuencia del Gobierno de Ecuador a integrar formalmente este Grupo, a pesar de haber reconocido a Guaidó como presidente interino. Los intereses reales de nuestro país coinciden con los del Grupo de Lima, pues, a más de que nos une el propósito de restaurar la democracia en Venezuela, es con nuestros vecinos, Colombia y Perú notablemente, con quienes debemos afrontar el éxodo venezolano, que puede multiplicarse por el conflicto interno y las sanciones políticas y económicas que se adoptan progresivamente para debilitar al régimen. Es participando como miembro de número, y no solamente como observador, que podemos influir en la toma de decisiones, positivas y negativas. El Grupo ha adoptado posiciones tan trascendentales como la de oponerse a una intervención de carácter militar que traería consecuencias nefastas no solamente a Venezuela, sino a toda la región, como ha ocurrido en casi todos los países y regiones en los que Estados Unidos ha usado la fuerza; díganlo Vietnam, Irak. Posiciones así, solo tienen efecto disuasivo si son adoptadas por un colectivo amplio. El Gobierno no le indica a la ciudadanía sus razones para no incorporarse al Grupo de Lima, ni comunica las que tiene para participar en el llamado Grupo de Contacto, reunido hace dos semanas en Montevideo por invitación de Uruguay y a la que solamente concurrieron cuatro invitados americanos; de los escasos cinco participantes, el dueño de casa simpatiza con Maduro; no reconoce a Guaidó, igual ocurre con México y sobre todo con Bolivia, a quien la eventual caída de Maduro lo dejaría con poco piso para su intento de prolongarse en el poder, como lo han hecho todos los socialistas del siglo XXI. Allí fue a parar Ecuador, que sí reconoce al presidente interino de Venezuela. En posición parecida se encontró el quinto participante, Costa Rica. Cierto que concurrió la Unión Europea, que trata de participar en la política internacional americana, pero que está limitada porque su tesis no coincide con la actitud radical del numeroso Grupo de Lima y mucho menos con la de Estados Unidos. La UE ha tenido problemas en unificar la posición de los 28 países que la integran. Desde el punto de vista del Ecuador, es claro que se ha incorporado a un Grupo muy reducido, más bien de simpatizantes de Maduro; el Ecuador está limitado, además, por la tensión que existe con Maduro, quien tachó a Moreno de nazista y fascista, a raíz de los incidentes de Ibarra. El autollamado Grupo de Contacto prácticamente no existe, y el Ecuador, en cambio, puede reforzar el de Lima, lo que redundaría en una mayor eficacia de la OEA, tan limitada por los votos de los pequeñísimos países que reciben el petróleo de Petrocaribe. Estas son las realidades, concordantes con las tesis de defensa del derecho.

(O)

El Gobierno no le indica a la ciudadanía sus razones para no incorporarse al Grupo de Lima, ni comunica las que tiene para participar en el llamado Grupo de Contacto, reunido hace dos semanas en Montevideo por invitación de Uruguay y a la que solamente concurrieron cuatro invitados americanos.