A las pocas horas de que Jaime Nebot anunció al país su decisión de no correr para la Presidencia de la República en las próximas elecciones, o a la vez, instrumentar una consulta popular que viabilice la atención real de las necesidades populares más urgentes (situación que no ha sido posible para los Gobiernos de los últimos 40 años) han aparecido los opinólogos, algunos de ellos disfrazados de periodistas, con enredadas teorías evidentemente encaminadas a desprestigiar y debilitar la “no nacida” consulta.

Por allí un activista político, ferviente integrante de uno de los Gobiernos más nefastos de la historia, odiador del PSC desde que no le dieron bola a sus adulos trepadores, ha dicho que con la consulta popular (cuyo contenido no conoce) Nebot pretende gobernar el país sin pasar por las elecciones.

Otro activista del centralismo, este sí fungiendo de periodista, sostiene que la consulta popular (cuyo contenido tampoco conoce) es peligrosa; que se puede convertir en un cuarto poder paralelo, que le haga sombra a la presidencia; que dizque puede contribuir a debilitar las instituciones.

Cito estos dos ejemplos para evidenciar que el solo anuncio de una consulta que impida el saqueo del IESS por parte del Estado, así como otros temas vitales referidos por Nebot, pone en estado de alerta a quienes, por diversas razones (entre ellas, formar parte de una sociedad que vive del Estado, en detrimento de casi 13 millones de ecuatorianos que no vivimos en la capital), no quieren un cambio real en la forma de conducción del país.

Que así como de manera monolítica defendieron el aeropuerto de Tababela, a pesar del monumental sobreprecio que ya a estas alturas con seguridad debe estar olvidado en algún rincón de la Función Judicial, y hoy ocultan las cifras de contagios y muertes por COVID-19 en la capital, moverán cielo y tierra para impedir que una consulta popular amenace con patear el tablero que por 190 años ha mantenido un orden perverso, discriminatorio e ineficiente.

Lo cierto es que no podemos seguir como estamos; y una consulta popular en los términos preliminarmente esbozados por Nebot puede ser el inicio de un cambio de país; la herramienta para que futuros Gobiernos puedan ejecutar las políticas que las grandes mayorías necesitan, para que el presupuesto general del Estado no sirva a un grupo privilegiado, a una sola ciudad, sino al Ecuador entero. Para que los Gobiernos busquen su eficiencia y no financien su ineficiencia con el ahorro de millones de ecuatorianos (IESS).

Aún le queda mucho camino por recorrer a la consulta, pero por la forma en que ciertos voceros del centralismo y del statu quo han enfilado sus críticas de manera tan prematura, no cabe duda de que los temas anunciados incomodan a los cortesanos de palacio, los verdaderos dueños del país; y es una clara señal de que Jaime Nebot ha enfilado los cañones en la dirección correcta en sintonía con las demandas de diferentes sectores sociales.

Esta historia recién empieza y desde esta columna seguiremos comentando, estimado lector. (O)