En esta campaña presidencial el electorado decidirá si adoptamos un sistema de dos monedas, como propone el candidato del correísmo.

El Ec. Arauz propuso antes de ser candidato en un espacio académico, una “desdolarización buena”. Consiste en dos medidas centrales: la primera, elevar el ISD, hoy en 5 %, al 27 %. El ISD financia al fisco: es un impuesto que castiga a los consumidores, al encarecer todo producto importado, que tenga componentes importados, o se produzca con maquinaria importada, en beneficio del fisco. No tiene el lado favorable de la devaluación que es estimular a las exportaciones. Las importaciones, además, estarían sujetas a cupos: la burocracia decidiría quién importa, quién no, qué se importa y cuánto. Otro mecanismo de control del gobierno a la ciudadanía. Los productos importados subirían de precio por partida doble: por el mayor impuesto a los pagos al exterior (ISD) y por la escasez de productos en el mercado, consecuencia de los cupos.

La segunda medida es la emisión de más medios de pago vía celular para transacciones internas: dinero electrónico. La intención es que el dólar real quede para las transacciones externas, y que esta moneda electrónica, dólar falsete sin respaldo, sirva para pagos internos.

Sostiene el candidato que el pago con este dólar electrónico no afectaría a la capacidad adquisitiva de los trabajadores excepto para los productos importados. Pero esto no es así. Los vendedores de bienes y servicios no van a aceptar al mismo precio que el billete verde, un dólar falsete electrónico que no sirve para comprar productos importados, pagar deudas en el exterior, o viajar; en fin, que no tiene respaldo. Todo el que vende bienes y servicios tiene directa o indirectamente costos importados. Además, como el nuevo gobierno correísta se propondría incrementar fuertemente el gasto público, se inundaría el mercado con dólares falsetes mientras que la oferta estaría constreñida por restricciones a las importaciones. Los comercios subirán los precios en las perchas y darán un descuento a quien pague en dinero real.

Los mayores perdedores serían los empleados, que recibirían su sueldo en dólares falsetes. Los más beneficiados son los operadores de turismo receptivo, a quienes los turistas pagarían en dólares reales. Es lo que pasaba en Cuba, que por largos años tuvo un sistema de dos monedas, pero lo acaba de eliminar a partir del primero de enero, por contraproducente.

A medida que haya controles efectivos del gobierno para que los comercios acepten el dinero electrónico a igual precio que el dólar real, los productos desaparecerán de las perchas y florecerá el mercado negro, en que solo se aceptarían dólares.

Venezuela es el ejemplo hoy de un gobierno que gasta sin límites y manipula el dólar. El resultado es que ese país tiene una inflación del 300 %, ya nadie acepta bolívares y todas las transacciones son en dólares, con gran penuria para los más pobres que no tienen ingresos en moneda fuerte.

Los bancos, ¿cómo van a aceptar que les paguen los préstamos con dólares falsetes si ellos prestaron dólares reales? Si los obligan a aceptarlos, la banca tendría que convertir nuestros depósitos de los dólares reales que depositamos a dólares falsetes. La medida desdolarizaría los depósitos en la banca. (O)