¿Cuántos minutos le toma a un femicida asesinar a su víctima con 113 puñaladas? No lo imagino. Solo tengo la certeza de que un crimen tan horrendo nos debe despertar toda una eternidad de indignación.

En los cuatro primeros días de este, el undécimo mes del año, 142 puñaladas terminaron con la vida de: Maribel (que recibió 113), Katherine (24 puñaladas), Cristina (4) y Marylin (1 certera y fatal puñalada). A ellas se suman dos víctimas más: Yomira y Casilda; las muertes ocurrieron en Cuenca, Ambato, Babahoyo, Esmeraldas y Quito. Entre enero y noviembre, 87 femicidios han ocurrido en Ecuador sin que la cifra, la violencia, la insidia con la que se cometieron los asesinatos hayan despertado una pizca de compasión en un Gobierno (local y nacional) sumido en el profundo distanciamiento de lo social. De ellos, el que más violencia evidenció fue el de Maribel. Ella, una trabajadora sexual, recibió la madrugada del tres de noviembre 113 puñaladas propinadas por Byron Guarango, quien la había contactado y trasladado luego a la mecánica donde laboraba. Fueron los vecinos los que alertaron a la Policía del incidente. Guarango está detenido tras confesar el crimen.

Ese mismo día Cuenca celebraba 200 años de independencia española, y fue más la euforia reprimida que la indignación por la muerte de Maribel. Incluso, hasta tres días después se reclamaba en redes sociales la presencia de los grupos feministas para que protesten por esta muerte. Y así lo hicieron una vez superada la resaca independentista.

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El 6 de noviembre los balaustres del puente Mariano Moreno amanecieron pintados con la frase “Quieren que dejemos de rayar sus muros. Fácil: dejen de matarnos”. Allí mismo se levantaron altares y vigilias. Pero la euforia independentista pudo más que el dolor e indignación por las muertes. Un concejal, furioso por la frase, tuiteó: “He solicitado al @CSC_CUENCA (Consejo de Seguridad Ciudadana) q d manera directa y con ínfima cuantía adquiera cámaras para el sector del puente Mariano Moreno frente al Parque de la Madre. Deben identificar a vándalos o proceder a detenerles en flagrancia a través del sistema d monitoreo. Q destrocen sus casas.”

Para este ciudadano, Christian Zamora, la dignidad e integridad del puente “patrimonial” está por sobre cada una de las 113 puñaladas asestadas en el cuerpo de una mujer de 26 años que dejaba en la orfandad a dos menores de edad. El hecho explica muchas cosas de la patética estirpe política ecuatoriana. Funcionarios que se hacen de un carguito en el sector público para, desde sus diminutos espacios de poder, tratar de mandar, imponer, detener, juzgar. Pasó, sin vergüenza por tan alevoso crimen, por sobre cada una de las 113 puñaladas recibidas por una mujer dedicada a la prostitución, y seguramente por ello algunos pensarán que su vida vale menos que una mano de pintura en un puente inerte pero “patrimonial”.

La violencia contra la mujer es un hecho inocultable ante la contundencia de las estadísticas. Y lo inentendible es la falta de respuesta orgánica o de política pública en este país machito, donde un puente, una pared o un monumento supera la dignidad humana. (O)