La frase atribuida a María Antonieta de Austria, convertida en reina de Francia, “denles entonces tortas” cuando le hacen ver que la gente no tiene pan para comer, simboliza la crisis total de la monarquía previa a la Revolución francesa que abre el paso a que la transformación de monarquías absolutistas sea a repúblicas o a monarquías constitucionales con división de funciones del Estado.

El proceso electoral de los Estados Unidos, la democracia más antigua del mundo, nos indicará si el Sr. Trump continúa en el cargo o si el Sr. Biden lo reemplaza. Y en este proceso. Es evidente que dicho país ha llegado a un grado de polarización no visto en muchas décadas. Sin embargo, bastantes cosas saltan y hieren la vista y los oídos. Hay medios de comunicación para los cuales el ataque a Trump es su razón de ser, implacable, y raya en una ridícula falta de objetividad. Hay otros, los menos, para los cuales la defensa de Trump es igualmente ridícula, pues tratan de hacerlo ver como alguien que no comete errores y a quien todo se le justifica.

Trump, por su parte, no ha dicho todavía que aceptará el resultado de las elecciones si estas no le favorecen. Esta conducta jamás se había visto en un presidente de ese gran país. Como tampoco se había visto que Twitter y Facebook impidan que se hagan comentarios sobre el hijo de un candidato opositor.

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A su vez, la CNN, canal anti-Trump, reportó sobre análisis de inteligencia que hacen prever grandes y violentas manifestaciones en ciudades muy demócratas, como Nueva York y Washington D. C., entre otras, en caso de que Trump sea reelecto. Esas fuentes también informaban que en caso de que ganara Biden, no se esperan manifestaciones muy fuertes. Es decir, los demócratas, que hacen ver a los republicanos y a los seguidores de Trump como intolerantes, racistas y extremistas, son los que aparentemente están dispuestos a salir a la calle y desconocer con violencia el resultado de las elecciones.

El conjunto de cosas aquí mencionadas nos revela una verdad gigante: las democracias occidentales están desgastadas, amenazadas por minorías tiránicas que no aceptan el pronunciamiento mayoritario, con falta de credibilidad, acosadas por redes sociales con capacidad de mentir, difamar y deformar. En este entorno sumando el efecto de la pandemia, las democracias navegan en aguas turbulentas sin una clara visión de cómo reinventarse.

Porque una cosa es que en nuestra América Latina se grite fraude o que un Maduro o un Ortega se resistan a entregar el poder. Otra muy diferente es que un presidente de los EE. UU. deje entrever que no aceptaría un resultado electoral y que la oposición diga que saldrá a la calle si pierde. Porque una cosa es la libertad de prensa; otra, la guerra entre medios en EE. UU. y el abuso de redes sociales.

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Y todo esto, como la famosa frase que se atribuye a María Antonieta, es igualmente un presagio de una crisis profunda del sistema democrático occidental. Veremos qué sucede en las elecciones de los EE. UU., pero ciertamente hay mucha meditación que hacer sobre el futuro de las democracias y cómo reinventarlas. (O)