Jorge Naranjo Vélez es un guayaquileño de 30 años que vive desde hace 13 en EE. UU. El compatriota, que se tituló como médico en Rutgers New Jersey Medical School y que labora en el University Hospital de New Jersey, fue vacunado hace pocas semanas con la primera dosis de Pfizer/BioNTech y comparte su experiencia; resalta que se debe tener claro que una vacuna no es una cura, sino algo que ayudará a crear defensas necesarias.

¿Cómo fue el proceso y el momento en el que recibió la vacuna? ¿Qué sintió, hubo temor, tal vez?

El proceso de vacunación empezó días después de que la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. (FDA) aprobó el uso de la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por Pfizer/BioNTech. El University Hospital organizó la vacunación por grupos de riesgo. Es decir, todos los trabajadores de la salud que tuvieran contacto directo con pacientes o material que pudieran estar infectados con el COVID-19. Este grupo se lo designó Grupo 1A y debía ser asignado y comprobado a través de una cita y el número de identificación nacional que los médicos obtienen una vez graduados. Recibir la vacuna contra el COVID-19 fue un privilegio. No tuve temor al vacunarme, durante esta pandemia uno aprende a apreciar cada cosa que ayude a combatir este virus tan terrible.

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Tras haber sido vacunado, ¿se presentó algún efecto secundario?

Sí tuve un par de síntomas como malestar general y dolor muscular leve. Estos empezaron un día después de vacunarme y duraron unas horas. No tuve fiebre ni escalofríos.

¿Cuándo está previsto que reciba la segunda dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech y qué nos puede contar acerca del tiempo de inmunidad que garantizaría el fármaco?

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La segunda dosis debe darse 21 después de la primera. Mi segunda dosis está prevista para la próxima semana. El reporte preliminar de Pfizer/BioNTech dio seguimiento a sus participantes por 57 días, pero no pudieron evaluar la durabilidad de la respuesta inmune. Sin embargo, estos participantes tendrán un seguimiento médico por un año con exámenes de sangre para evaluar la respuesta inmunológica humoral y celular. Esto es debido a que se conoce que la vida natural de infecciones como el SARS-CoV (familia donde proviene COVID-19) y el MERS-CoV, no generan respuestas inmunológicas prolongadas.

¿El hospital en que labora ha realizado un monitoreo sobre su estado de salud? ¿Cómo es el proceso de control para las personas que han sido vacunadas?

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El personal médico está requerido a pasar por puntos de seguridad en diferentes entradas al hospital, donde nos evalúa personal médico y nos toman la temperatura. También tenemos la opción de tomar un examen PCR de COVID-19 semanal para evaluar nuestro estado como portadores del virus.

El proceso de control para personas vacunadas no cambia. Todavía debemos ser evaluados diariamente y hacernos pruebas de COVID-19 semanales si sospechamos estar contagiados.

Desde su punto de vista, ¿qué ambiente se percibe entre las personas que van a ser vacunadas: hay temor, escepticismo o predomina la esperanza?

Definitivamente existe cierto temor entre algunas personas. Sin embargo, las personas que serán vacunadas han estado expuestas al virus con mucha frecuencia y por largos periodos de tiempo; existe la esperanza de que esta vacuna sea la mejor opción de precautelar la salud de los que nos rodean, tanto a nuestros pacientes como a nuestros familiares y amigos.

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¿Qué mensaje daría a todos los ecuatorianos, ya que el país está próximo a iniciar su campaña de vacunación contra el COVID-19?

Es muy importante recalcar que la vacuna no es una cura contra el COVID-19. Hay que recordar que una vacuna es una sustancia que estimula la producción de defensas (anticuerpos) que proveen inmunidad en contra de alguna enfermedad.

Si una persona se vacuna contra el COVID-19 no quiere decir que debe dejar de cuidarse o dejar de cuidar a los suyos. Es decir, las personas vacunadas deberían seguir usando máscara en lugares públicos, seguir los protocolos de higiene recomendados por el gobierno local, y evitar en lo posible lugares públicos y aglomeraciones.

¿Cómo fue su experiencia como médico durante los meses más críticos de la pandemia?

Fueron días muy duros para todo el personal médico y los demás trabajadores de salud. Desde el personal de aseo encargado de las habitaciones con pacientes infectados con el virus, hasta los médicos de cuidados intensivos. Había mucho paciente en estado crítico con fallo respiratorio, pocas camas, y poco personal para abastecer la demanda. También la carencia de equipo de protección personal limitaba las labores. Había mucho temor debido a que se sabía muy poco acerca del modo de contagio y los síntomas, solo había hipótesis. No solo uno tenía que cuidar del paciente, pero también cuidarse de no contagiar a otros pacientes sin el virus, y a la misma familia de uno cuando regresábamos a casa. (I)