Según el diccionario la describe como una tendencia del espíritu a considerar algo como probable; la segunda de las virtudes teológicas; expectativa; suposición; probabilidad.

Para los antiguos griegos: en uno de los mitos clásicos de la Creación, uno de los dioses, furioso por el hecho de que Prometeo robó el fuego y, al hacerlo, dio a los hombres su independencia, envía a Pandora a casarse con su hermano Epimeteo. Pandora trae consigo una caja, que tiene prohibido abrir. Sin embargo, al igual que le sucede a Eva en el mito cristiano, su curiosidad le supera: levanta la tapa para ver qué hay dentro, y en este momento todos los problemas del mundo se extienden y se extienden por toda la Tierra. Solo queda una cosa dentro: la esperanza, el único brazo para combatir la desgracia que se ha dispersado por todo el mundo.

En una historia jasídica (tradición judía): al final de los cuarenta días de diluvio, Noah emergió del Arca. Desembarcó lleno de esperanza, encendió un poco de incienso, miró a su alrededor y todo lo que vio fue destrucción y muerte. Noah gritó:

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“Señor Todopoderoso, si supieras el futuro, ¿por qué creaste al hombre? ¿Solo por el placer de castigarlo?

Un triple perfume se elevó al cielo: el incienso, el perfume de las lágrimas de Noé y el aroma de sus acciones.

Luego vino la respuesta:

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“Las oraciones de un hombre justo siempre son escuchadas. Déjame decirte por qué hice esto: para que pueda entender tu trabajo. Usted y sus descendientes usarán la esperanza y siempre estarán reconstruyendo un mundo que vino de la nada. De esa manera, compartiremos el trabajo y las consecuencias: ahora ambos somos responsables”.

Una historia árabe: el gran califa Alrum Al-Rachid decidió construir un palacio que marcaría la grandeza de su reinado. Además del terreno elegido había una choza. Al-Rachid le pidió a su ministro que convenciera al dueño, un viejo tejedor, de venderlo para demolerlo. El ministro lo intentó, pero sin ningún éxito.

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De vuelta en el palacio, se sugirió que simplemente expulsaran al anciano del sitio.

“No”, respondió Al-Rachid. “Se convertirá en parte de mi legado para mi gente. Cuando vean el palacio, dirán: fue genial. Y cuando vean la choza, dirán: era justo, porque respetaba el deseo de los demás”.

Y para el escritor estadounidense Irving Wallace (1916 - 1990), en The Book of Lists (1977), las tres mayores esperanzas del individuo son: 1. Conocer al amado; 2. Ser rico; y, 3. La inmortalidad. (O)